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lunes, 6 de junio de 2011

voces

Anoche volví a tener una mala noche. Me preocupa que esto parece estarse repitiendo otra vez, cada vez más frecuentemente. Que es como lo mismo dormir (o no dormir) con pastilla o sin pastilla. Me preocupa que las pastillas no existen, que nada existe, que todo es un sueño malo, la pesadilla de no poder dormir. De tener una discapacidad. Que gracioso eso de tener una carencia. Las carencias se padecen o se poseen y se atesoran?

Quisiera tener mas fuerza de voluntad y alejarme de todas las cosas que me hacen daño... Talvez eso me ayudaría a mejorar. Pero la pregunta más sincera, talvez la más difícil de responder, es mas bien, de verdad quiero alejarme de las cosas que me hacen daño? Las quiero identificar? las quiero extraer de mi? Realmente creo que extrayendo esas cosas de mi, voy a estar mejor? Quiero sinceramente estar mejor o prefiero quedarme en el borde de la enfermedad?

Los seres humanos somos animales racionales. Tenemos instinto y tenemos raciocinio. Instinto de supervivencia, instinto de muerte. Yo me pregunto cuál de los dos es más fuerte. Si el destruirse o construirse. Y si en el fondo no es todo lo mismo o es que no quiero verlo o me da demasiada pereza enfrentarlo. Balance, todos dicen que es balance lo que hace falta. Que el balance da paz.

Lo cierto es que estuve muy cerca de tocar fondo. Todavía recuerdo el miedo a respirar. A estar. A no poder ni hacer una simple llamada telefóncia porque el miedo era más grande que yo. Y el desgano por todo, que todavía no se ido completamente. Me pregunto si alguna vez desaparecerá y me levantaré una mañana con ilusión de vivir. O si será una cicatriz más que agregar a este sueño extraño que es existir.

Esto de haber identificado la otra voz, de saber que mi voz es mi voz, pero que no vive en mí sino a través de mi no sé si me causa alegría o temor. El otro miedo. El de perderme para siempre y no encontrar el hilo que me devuelva la capacidad de estar presente. Eso que no estoy muy segura de querer recuperar si es que alguna vez lo tuve. Todos somos diferentes, puede que sea verdad. Pero yo no logro evitar sentirme mucho más diferente que el resto. Menos capaz que el resto. Incapaz de dormir, incapaz de comportarme como una persona normal. De saber identificar lo normal de lo anormal. Lo correcto de lo incorrecto.

Mi vida, y mis sueños, fundidos en una cosa amorfa por dentro y hermosa por fuera.

1 comentario:

Xindansvinto dijo...

En serio, Adriana (siempre hablamos en serio, aunque bromeemos), no es tanto extraerse esos demonios que la atenazan, sino de aceptar que tiene que acometer una transición de fase. Para, en un futuro no tan lejano como ahora cree, poder bajar al infierno (si tal cosa aconteciera) y mirarles a la cara en su terreno y sentir que ya no asustan tanto.

(Creéme, me hubiera gustado estar el otro día)