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sólo puede haber una... |
La últimas sesiones con mi sicóloga Claudia han sido no tan sólo super productivas si no durísimas. Y ojo, que no es porque haya tenido que enfrentarme a mis verguenzas, que no es fácil pero que a estas alturas de la terapia ya para qué avergonzarse, mejor soltarlo todo y punto, que para eso es que uno va a las sesiones.
Primero que la muy viva, decidio cobrarme las sesiones igual si faltaba, asi que ahora procuro no faltar, por lo tanto, como no me da la gana de pagar por nada, el hilo conductor de la terapia no se pierde ni yo me salgo totalmente del objetivo (que es mejorar).
La principal razón por la cual la cosa se ha vuelto más productiva es porque finalmente y gracias a la confianza que ella ha ido construyendo, estamos llegando a la raíz no tan sólo de la depresión y de mis problemas de conducta, si no también a la raíz de mi odio alimenticio, y lo bonito es que la raíz es común. Lo que no es común es la fragmentación, obvio.
El otro día llegamos a la conclusión de que mi personalidad esta fragmentada. No es como que tenga varias personalidades que no se conocen entre si, ni que sea bipolar, no. Es que hay multiples secciones en mi personalidad que actúan ajenas unas a las otras. Hay una que se encarga de comer con cuidado. Hay otra que se atraca de comida y entra en pánico y se la saca. Hay otra que se encarga de ser madre, hay otra que se encarga del sexo. Otra que es responsable y trabaja como loca y ordena y se desespera si algo no esta en su sitio. Y la bully claro, que esta dentro y no actúa ni se mueve. Es sólo juzga y habla y odia.
Entonces por ejemplo empezamos a mirar cuales son las situaciones que desencadenan que una u otra tome el mando. Poruqe por ejemplo cuando la mamá esta presente, ella manda por sobre las demás y es positiva, madura, asertiva, etc. Todos queremos que ella tome el mando de la situación. Pero eso no sucede siempre, poruqe la pobre mamá llega un punto en que se haya vacía y no puede dar más de si. Entonces en secreto se va a la cocina y comienza a buscar algo de comer para llenar ese vacío. Y va y se atraca de cuanto encuentra. Entonces la ordenada, toma las riendas y dice basta esto hay que sacárselo y va y se purga o se toma uno dos tres cinco o siete laxantes de acuerdo a la dimension del atraco. Siempre por cierto en números impares primos. No me pregunten por qué. Esto sucede claro, en secreto. Nadie lo sabe. Lo se yo, lo sabe Claudia y los pocos que me leen aqui. Esa la característica principal de las demás fragmentaciones. Actúan en secreto unas de otras y de los demás. No es que no se conozcan. Es que se ignoran y se observan entre si. EL secretismo es la clave.
A veces Claudia me dice que estoy dividida, desconectada. Que mi cabeza va por un lado y mi cuerpo por otro. Que no existe ni siquiera la intención de integrarlo. Eso es totalmente cierto. Para mí, mente y cuerpo no son una cosa, son dos. Y no tienen nada que ver una con otro. Tan sólo el yoga me ayuda a integrar esas dos cosas y por eso es casi una prescripción médica ir a las clases. Y de paso, yo odio la palabra integración.
Pero la clave la tocamos la semana pasada cuando estabamos indagando en los recuerdos de mi infancia. Todos hemos tenido infancias más o menos duras que nos modelan de un modo u otro. El punto es que en la mía hubo factores que me obligaron a desligarme de mi misma y a dejar de esperar ser tomada en cuenta. Es duro decirlo. Mas duro aún aceptar que eso fue así porque es super injusto y uno no quiere poner a sus padres en la silla de los culpables. Uno quiere querer a sus padres y perdonarlos por sus errores o aceptarlos como fueron.
Para poder hacer eso hay primero que aceptar y entender que la injusticia nos dolió y nos moldeó como somos. En mi caso hizo que sus necesidades constantes de reafirmación y cuidado por mi parte hicieran que yo identificase conscientemente el amor con abuso y como aquello era absurdo y las mías no eran atendidas, y para todo existe un balance, en mi inconsciente me rebelé. Y me rebelé buscando impedir que nada de lo que ellos me ofrecían entrara dentro mi. La traducción física era la comida, claro. Las comidas eran un suplicio lleno de amenazas de internarme y meterme un tubo por la nariz para engordarme. Era horrendo siempre, pero era mi momento de gloria donde yo lograba la atención que necesitaba. Aunque fuese en forma negativa.
Claudia dice que cuando uno bloquea una emoción, en realidad uno bloquea todo. El bloqueo no es selectivo. Si uno bloquea algo malo necesariamente se bloquea lo bueno también. Y por lo general claro, el bloqueo es una reaccion de defensa ante algo que amenaza o duele. Después es que uno va por la vida todo bloqueado y buscando encontrar una relacion que abra el baúl del bloqueo pero escogiendo inconsientemente a las personas que justamente serán incapaces de hacerlo.
Y ahi es que viene lo difícil. Porque intentar dejar entrar lo bueno, supone dejar salir todo lo bloqueado e irlo sintiendo poco a poco. Por eso Claudia tiene un cuidado infinito cada vez que abrimos algo y paramos en cuanto yo me mareo o me pongo ansiosa. Solo me deja llorar un poquito, me hace ver que se va prontito y despues me deja con alguna reflexión de positivismo. Va cambiando con una paciencia admirable la pobre, todo el fango que llevo guardado y va limpiando y poniendo flores aquí y allá.
Talvez algun día logre llenar mi casa de flores y de luz y ya no sienta la necesidad de sacarme toda la mierda de dentro verdad?