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martes, 5 de julio de 2011

monólogos psicoterapéuticos V (ahora si me acuerdo)

La semana pasada aprendí algo importantísimo en mi terapia. Algo que yo no sabía y que de alguna manera lo explica todo. Resulta que los niños piensan diferente. No me digan que ustedes ya sabían eso. Bueno, pues yo no lo sabía. Los niños ven el mundo ególatramente. El mundo funciona porque ellos están ahi. Y lo que hacen o dejan de hacer influye en su entorno. No es sino hasta los diez u once años que empiezan a darse cuenta de que las cosas no son así y que el mundo no gira a su alrededor y se dan cuenta de que la gente hace lo que hace no por ellos ni gracias a ellos, si no tan solo porque sí y ven que los otros son seres tan independientes como ellos mismos.

En mi caso no fue así. Porque a esa edad yo decidí que la situación familiar que yo vivía (que era un infierno nocturno) no podía seguir así y que yo tenía que hacer algo para que aquello cambiase un poco si quería sobrevivir con algo de normalidad en mi núcleo familiar. Y como a mi la naturaleza me dotó de una gran inteligencia, la manipuladora que suscribe, empezó a mover los hilos de las relaciones familiares a su antojo. Con un buen propósito claro está. Pero con consecuencias desastrosas. Porque gracias a mi inteligencia y capacidad de convencimiento, hice que mis padres volcasen todas sus ansiedades en mi. Convencida de que yo podía con todo. Con eso y con más. También que el síndrome de la niñita superdotada que toca violín en una orquesta a los once años y es la mejor de su clase, no ayudaba mucho tampoco a darme el reality check que yo necesitaba.

Pero como las cosas son como son, eso no podía durar mucho más y no duró. Un par de años después vino la debacle en forma de un acontecimiento muy traumático para mí y para toda la familia. No voy a contar que sucedió porque me causa mucha ansiedad recordarlo, asi que confórmense con saber que no fue nada bonito...

Y como era de esperarse, me culparon a mi. Fue injusto, si, pero no tanto. Porque ahora me doy cuenta de que yo los había manipulado hasta el punto de hacerles creer que yo podía con todo. La fantasía omnipotente estaba ya no sólo en mi si no en mis padres también. Ella que puede con todo, no pudo. No se dio cuenta de lo que venía y no nos avisó a tiempo para evitar la catástrofe. No movió los hilos que tenía que haber movido. No se hizo responsable de las cosas.

En realidad fue culpa mia? NO.

Pero así lo sintieron ellos, y así lo sentí yo. Y asi me lo dijeron. Fue culpa tuya. No te diste cuenta, no dijiste nada. Mi cerebro racional decía no fue culpa mía, fue culpa de ustedes, par de inacapaces, par de tarados, par de enfermos. Pero mi reacción fue la de seguir intentando ser la fuerte. Y no me permití ni llorar hasta que habían pasado un par de semanas. Mis hermanas y yo mirándonos las caras y llorando sin parar, sin decir nada. Sin preguntar nada. Sin solucionar nada. Fuertes por fuera y destrozadas por dentro.

Siempre me he preguntado por qué no soy normal. Por qué soy tan rarita. Por qué no tengo esa certeza de bienestar que parecen tener todos los demás.

Siempre he sospechado que los demás saben algo que yo no sé y que además no me lo dicen. Y en eso que ellos saben, que todos saben menos yo, está la clave para soltar mis cargas.

Pues nada. Lo único que tenía que saber, es que el mundo no gira a mi alrededor. Que no soy yo moviendo los hilos para que las cosas pasen. Las cosas pasan o no pasan, simplemente. No soy yo, no es mi culpa.

Ejercicio de esta semana: no es mi culpa, ni es mi responsabilidad, punto com.

6 comentarios:

Susan Urich Manrique dijo...

No es cierto, Adriana, la gente no lo sabe, la gente no tiene certezas, y cuando las tienen suelen defenderlas con tal fanatismo, que acaban por convertirse en un despojo frágil, toda su energía se concentra en sostener lo que ellos consideran cierto, en vez de dejarle eso al tiempo y a las circunstancias, que al final hablan más y mejor. Cada quien construye su asidero como puede, la respuesta está dentro, no afuera. Lo importante no es tener una certeza, no es tener una isla o un pedazo de tierra firme, lo importante es saber nadar. Un beso.

Anónimo dijo...

YO NO VEO QUE SEAS ANORMAL ..
NUEVO BLOG: http://declairagedethe-morena.blogspot.com/

Adriana dijo...

Susan: un chiste...

glup glup glup glup (sonidos de ahogada)

que chiste mas maloooo... y tu hablando de cosas serias no?

Si es que yo las cosas serias las tapo con chistes para que sean mas llevaderas.

Ya se yo que las respuestas están dentro y no fuera, pero no es lo mismo pensar (saber) que sentir.

pero una vez identificado el pensamiento, se observa y se hace desparecer.

Besos Susan :)

Adriana dijo...

morena: si, te sigo, te sigo tranquila :)

MARIA dijo...

Es que es realmente complejo vivir con dos mundos a la par, el tuyo, y el de los demás. Y además no sentirse centro, cuando el centro es lo que duele. Yo siempre he creído precisamente que los más listos no son los que mas cosas saben, sino los que más dudas tienen. Lo importante Adri quizás no sea eso que saben los demás, sino aquello que crees que debes de saber tú.

Genial leerte otra vez amiguita, en este punto tan personal.

Un besazo.

Adriana dijo...

oh María que frase!!! Como no sentirse centro cuando el centro es lo que duele!!

Aquello que creo que debo saber... si buena pregunta. Supongo que lo que creo que debo saber es cómo ser feliz. Igual que todos.

Un beso gigante!